martes, 11 de octubre de 2011


                                                    CARTA A UNA ORIENTADORA

                                                   Querida O.:
                                                                    
                                                                    No tuve tiempo de valorar contigo lo sucedido en la última reunión preparatoria para el tránsito de los alumnos y alumnas de tu colegio a mi Instituto . Quiero que sepas que estoy muy agradecido  por tu colaboración y tu capacidad de iniciativa. Debe resultar descorazonador intentar desarrollar un trabajo de equipo con esos maestros y maestras tan reacios a las nuevas metodologías. Es que se muestran renuentes a adaptarse a la realidad cambiante y compleja de la sociedad actual. Siguen anclados en sus anticuadas prácticas de soltar el sermón e  introducir conocimientos en las cabecitas de los niños y las niñas, ¡como si fueran huchas!. No sabes bien cómo admiro el temple y la paciencia que derrochas con ellos. Magnífica tu intervención sobre la importancia de desarrollar las competencias básicas, especialmente las de Lengua y Matemáticas y tu acertada puntualización sobre la competencia para aprender a aprender. Desde luego, demostraste empatía, sensibilidad,  tolerancia, coherencia, flexibilidad y equilibrio emocional. Por cierto, tu mención final a la necesidad de un plus de implicación motivada por nuestra labor de formar personas (¡per-so-nas!) me pareció, sencillamente, genial. ¡Ah, lo olvidaba!: Avísame cuando comiences las sesiones sobre técnicas de estudio. Ya sabes que me interesan sobremanera.
                      Cambiando de tema, recuerda felicitar a J., tu marido, por su nuevo nombramiento en la Consejería. ¿Qué tal le va? Dale recuerdos. Dile que se deje ver, que se le echa de menos por el Sindicato. Aunque ya me imagino, conociéndolo, que estará volcado con su trabajo. Al fin y al cabo, estamos para lo que se nos necesite. M., mi mujer, te envía recuerdos. Muy a su pesar, tuvo que dejar las clases en el Colegio por su traslado al C.E.P. No para de trabajar, ya sabes, continuamente implicada en nuevos proyectos, siempre apostando por la innovación. Seguro que te interesará su último proyecto de Moodle para docentes. Aunque no está tutorizado me parece una interesantísima herramienta de autoformación del profesorado. ¿Te apuntas? Así podríais recordar viejos tiempos. Le iría bien charlar contigo. Últimamente está un poco preocupada. ¿Te acuerdas de nuestro hijo mediano, L.? No nos ha quedado más remedio que cambiarlo de Colegio, ya que tenía una tutora incapaz de formarse en nuevas tecnologías. ¡Qué te voy a contar! M. no estaba de acuerdo, en un principio, con matricularlo en los Escolapios, ya conoces nuestra implicación con la Escuela Pública, pero la situación se estaba tornando insostenible. Ya trataremos nosotros de contrarrestar la influencia de los aspectos ideológicos en los que nuestra discrepancia es evidente.
                      Por mi parte, como te comenté, decir que me incorporaré a la Inspección, tras mi nombramiento, el curso que viene. Este año, por primera vez, reservaron puestos de Inspectores para directores de centros mediante concurso de méritos. Me presenté con escaso convencimiento y superé las pruebas. No sabes lo que me ha costado tomar esta decisión, pues temo quedar atrapado en tareas burocráticas que, como hemos comentado a menudo, no son santo de nuestra devoción. Al final, ha pesado más la posibilidad de  coordinar y dinamizar el trabajo de los orientadores y las orientadoras, tarea en la que me pienso involucrar al máximo. Seguiré apostando por la equidad del sistema, desarrollando modelos organizativos, metodológicos y didácticos que favorezcan la inclusión y la protección de los más vulnerables para que puedan superar las barreras que se encuentren en su recorrido escolar. Para ello estamos dispuestos a dar la cara, aunque nos la partan.
                   Por cierto, M. me acaba de recordar que nos veremos el viernes en la cena solidaria con motivo del día europeo de la esclerodermia. Si hay que arrimar el hombro, ya saben que pueden contar con nosotros. Un besazo:
                                                                                        Pedro M.

jueves, 28 de octubre de 2010


Cómo intentar dar clases en Primaria y no perecer en el intento



                                                     La actividad en los colegios se parece cada vez más a aquel inútil servicio militar de antaño en el que,  tras la ilusión de un frenético movimiento,  no se iba a ninguna parte.
La Consejería de Educación se apresta a cobrar con intereses la prima concedida por acogernos al Plan de Calidad y Mejora de los Rendimientos Escolares en Andalucía. Son días de febril trabajo. Todo el mundo anda preocupado por cuadrar las Programaciones (hermosa palabra) que redimirán a nuestros alumnos del fracaso y la ignorancia secular. Los equipos directivos trasladan fielmente las órdenes. Hay que engrasar bien la maquinaria burocrática: este año toca evaluación externa; tenemos que mejorar algunos indicadores. Los que acusan a la Consejería de comprar aprobados a cambio de incentivos es que no conocen a los docentes andaluces. ¿O sí?
Al comenzar el curso, todos los maestros del colegio recibimos un archivador, perfectamente organizado con sus pestañas y separadores: Horarios, orientaciones, normativas, planes,  evaluaciones, modelos de plantillas de lo más diverso, faltas de asistencia, adaptaciones curriculares, piojos, justificantes, citaciones, etc.
De todo este farragoso material quiero entresacar algunas perlas para que se aprecie, por si a alguno le quedaba alguna duda, el grado de estulticia al que hemos llegado en la enseñanza primaria.
En una de sus páginas, todas encabezadas por  el repelente eslogan “Por la Excelencia Educativa” se nos orienta sobre cómo debemos preparar las Unidades Didácticas. Copio textualmente:
ACTIVIDADES, METODOLOGÍA
·         Deben de presentar las tareas integradoras de competencias, de áreas y contextualizadas.
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EVALUACIÓN Y CRITERIOS
·         Tenemos que establecer relaciones objetivo con criterio de evaluación y promoción de una manera clara.
No hay nada mejor que la claridad. A continuación se nos indica cómo debemos (o nos deben, aún no está claro) evaluar nuestra práctica docente:
·         Los espacios-materiales-estrategias y tiempos han sido motivadores y socializadores.
Lo de los materiales socializadores me ha dado que pensar. Llevo todo el día dándole vueltas y no acabo de ver la relación entre, pongamos por caso, las pinturas Alpino y la socialización.
·         Hemos fomentado el aprendizaje dialógico.
Vale, lo reconozco, lo del aprendizaje dialógico es una de mis debilidades.
·         Ha existido una buena conexión y empatía alumnado-profesorado.
Se debe referir a las neuronas empáticas, también llamadas neuronas espejo.
En otro apartado, denominado CONVIVENCIA (otra hermosa palabra) se nos recomiendan algunas posibles acciones  para su mejora. Observen:
·         Preparar la clase para que a los alumn@s les sea más fácil colaborar en las tareas de formación.
·         Servirse de la persuasión y del prestigio del profes@r para que los alumn@s se dediquen a las tareas de aprendizaje.
·         Crear un ambiente de aceptación y respeto mutuo que permita al alumno expresar sus sentimientos de forma satisfactoria.
Está bien, pueden expresar sus sentimientos al profes@r, a condición de que sea de forma satisfactoria. La que sigue es una muestra de necedad casi siniestra. Lean:
·         Intentar mejorar el marco escolar y las normas del Centro si fuera necesario antes de intentar cambiar las conductas de l@salumn@s.
Como diría un castizo: ¡Manda h.!
Más adelante se nos ilumina sobre cuáles deben ser las actividades del tutor. Eso sí, todas ellas son consideradas prioritarias. Vean:
·         Explicarles las funciones y tareas que él mismo tiene como profesor tutor del grupo, dándoles la oportunidad de participar en la propuesta y programación de actividades.
Esto sí que es democratizar la enseñanza. Tomen nota en Secundaria.
·         Realizar actividades que muestren a la Comunidad la diversidad existente en la misma desde un punto de vista social, cultural y étnico, y que resalten la importancia de integrar a todos sin excepción en la dinámica escolar.
¿Se han quedado sin palabras? Pues la siguiente propuesta creo que refulge con luz propia entre tanta imbecilidad. Admiren:
·         Tener entrevistas individuales con los padres, cuando ellos las soliciten o el tutor las considere necesarias, ayudándoles a descargar la ansiedad ante los problemas escolares de sus hijos y buscando una valoración global y una actitud más activa y responsable ante la situación.
Ustedes pensarán que toda esta colección (en realidad, una mínima muestra) de sandeces y anacolutos debería  provocar de inmediato la oposición de los claustros, que los responsables habrían de  sufrir la mayor reprobación y que estaría justificado su escarnio público. Nada de eso. No se les mueve ni una pestaña. Todo sigue igual ante la indiferencia general. De modo que, para no coger la escopeta y liarnos a tiros (¿verdad, Antonio?), solo nos queda el humor como contrapunto a tanto despropósito.
En una sociedad menos desorientada, sería impensable organizar la enseñanza en los colegios bajo las absurdas indicaciones  de tanto majadero,  si no fuera mediante una formidable, directa y feroz represión. Aquí no es necesario. Hordas de “compañeros” alegres, solidarios y democráticos se encargan a diario, con exquisito celo, de asolar los colegios sin más beneficio que algún carguillo, un mejor horario o curso o, directamente, por nada. Una de las armas más eficaces para la propagación es este recorta y pega infernal que tras largos años de actividad ha conseguido convertir las directrices de nuestros eminentes pedagogos en unos textos imprecisos, desordenados y aún más absurdos que los originales, si tal cosa fuese posible.
Todo ello me recuerda la oportuna  y convincente opinión de Carlo M. Cipolla de que, entre la estupidez y la maldad, siempre hay que escoger esta última. Es menos dañina.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Don Punset (microrrelato de ficción)

                                  Nada hacía presagiar el rumbo que iban a tomar los acontecimientos ; la fundación “Inteligencia Emocional S.L.” había organizado un gran encuentro en la sala Unesco del Palacio de Congresos de Madrid con el sugerente título “Cambiar el cerebro para cambiar el mundo”. “¿Hacia dónde ha de evolucionar nuestro sistema educativo para formar a ciudadanos capaces de afrontar los retos de este siglo? Tanto la ciencia como la tradición contemplativa budista tienen mucho que decir al respecto. ¿Por qué no unirlas para que se enriquezcan mutuamente y aporten soluciones?“, eran algunos de los interrogantes planteados para el debate. Dos grandes fotografías presidían la entrada; en la de la izquierda, una imagen del popular divulgador científico Don Punset, con sus manos entrecruzadas, en actitud serena, compasiva y dialogante, proponía la siguiente reflexión: “¿Por qué somos lo que somos y no lo que no somos?”. A la derecha, un cartel reproducía un gigantesco cerebro humano bajo el título Anatomy of the Brain y en su interior, un monje tibetano sonreía tumbado en una camilla con la cabeza llena de electrodos. Se trataba de reunir a relevantes personajes del mundo científico y educativo y confrontarlos con practicantes de la meditación budista. La idea original era debatir sobre la confluencia entre la neurociencia y las prácticas contemplativas y su aterrizaje en el campo de la educación. Don Punset estaba seguro de que tradiciones milenarias como el budismo podían aportar su know how en el estudio de la mente, a través de técnicas de meditación e introspección desarrolladas durante siglos, además de una amplia batería de conceptos para describir un sinfín de emociones y estados mentales. Don Punset había contactado con su amigo Tendzin Gyatso, XIV Dalai Lama, jefe espiritual del budismo tibetano y considerado por sus seguidores como la reencarnación del bodhisattva Avalokitesvara. Estuvo a un paso de conseguir el compromiso de su asistencia. Sin embargo, y pese a la insistencia, su editor de cabecera desaconsejó la presencia del Dalai Lama en Madrid, argumentando “la escasa implantación del budismo en nuestro país y la ausencia de líderes mediáticos identificados con el mismo”. Tras unos días de reflexión, Don Punset, que no quería renunciar a la presencia de representantes contemplativos, sopesó la oportunidad de convocar al Abad de Montserrat para suplir la ausencia de Tendzyn Gyatsco. “La soledad posibilita el encuentro con uno mismo a la luz de la palabra de Dios; así se va progresando hacia la autoaceptación, la paz y la unificación interior”, le había confesado el Abad mientras degustaban unas copitas de licor “Aromes de Montserrat”. Don Punset creyó atisbar en estas palabras un puente de confluencia entre la oración cristiana y la meditación budista y no dudó en proponer al Pare Abat como participante en el gran encuentro. De nuevo su editor de cabecera arrojó otro jarro de agua fría sobre sus expectativas, desaconsejando su presencia “en base al bajo perfil del personaje”, según afirmó rotundo, dando por zanjado el asunto. Don Punset, lejos de desfallecer ante la adversidad, dedicó con renovados bríos sus esfuerzos a la búsqueda de participantes destacados en los campos científico y educativo. Al cabo de varios días de frenéticas consultas, tras cuadrar agendas repletas de citas y compromisos imposibles, consiguió reunir un elenco de primeras figuras que contribuiría a dar brillo y categoría al encuentro. El primero de sus invitados sería el conocido neuropsicólogo valenciano Ricard Davidsoc, experto en la relación entre cerebro y emociones y un pionero en el desarrollo de técnicas para medir la actividad cerebral. Davidsoc había viajado en 1992 hasta el Tíbet para estudiar la mente de los monjes budistas. Llegó al Himalaya con un generador portátil de electricidad, un vetusto ordenador y un electroencefalógrafo para analizar las neuronas de estos hombres en plena meditación. Desde entonces se ha hecho habitual ver en su laboratorio un desfile de monjes vistiendo túnicas púrpura o azafrán que meditan sin inmutarse con más de 250 electrodos adheridos a su cabeza o pasan dos a tres horas dentro de aparatos de resonancia magnética funcional que espían su cerebro. Para los budistas, la meditación permite entrenar la mente y alcanzar estados de plenitud, anular emociones negativas y cultivar estados emocionales positivos, como la compasión. No poca sorpresa iba a causar la presencia en los debates del conocido Psicólogo Daniel Giliman, cofundador de la Sociedad para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional en el Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de A Coruña (posteriormente en la Universidad de Pontevedra, en Galicia, donde es Jefe del Servicio de Emoción Intelectual), cuya misión es ayudar a las escuelas a introducir cursos de educación emocional. Es autor del best seller “Las emociones intelectuales”, traducido a más de treinta idiomas y cuyas ventas han alcanzado cifras millonarias. “¿Por qué algunas personas parecen dotadas de un don especial que les permite vivir bien, aunque no sean las que más se destacan por su inteligencia? ¿Por qué no siempre el alumno más inteligente termina siendo el más exitoso? ¿Por qué unos son más capaces que otros para enfrentar contratiempos, superar obstáculos y ver las dificultades bajo una óptica distinta?” se pregunta Giliman. El libro demuestra cómo la inteligencia emocional puede ser fomentada y fortalecida en todos nosotros, y cómo la falta de la misma puede influir en el intelecto o arruinar una carrera. En un lenguaje claro y accesible, Giliman presenta una teoría revolucionaria que hace tambalear los conceptos clásicos de la psicología, que dan prioridad al intelecto. La invitada estelar de Don Punset iba a ser, no obstante, la prestigiosa psicopedagoga Gumersinda Dale-Jamón, gurú en otro tiempo de la gran reforma educativa española de los 90, ex asesora del principal impulsor y valedor de la misma, Álvaro Marchesi y en la actualidad catedrática de Psicopedagogía de la Facultad de Ciencias de la Educación de La Rioja (España). “Está claro que si te limitas a impartir conocimientos no conseguirás nada. Tienes que aprender a observar a los niños con mucha atención, fijarte en cómo piensan, entrevistarlos, hablar con ellos sobre su manera de razonar” La profesora Dale-Jamón imparte seminarios a profesores de todo el estado español. Su método para que niños y adolescentes aprendan técnicas de respiración y relajación y sepan administrar la ira o la frustración está implantado en más de un centenar de escuelas públicas de España y otras tantas de Andorra. Un estudio de la Universidad de Calahorra constatando que “una hora semanal de aprendizaje de este método disminuye un 23% la conflictividad en el aula y mejora el rendimiento académico un 11%” resulta un buen aval para que el ministro Gabilondo se haya comprometido a debatir en el Congreso su generalización en el sistema educativo. Rodeado de estas grandes personalidades, a las siete en punto de la tarde, en medio de una gran expectación, ante un enjambre de micrófonos, cámaras de TV y periodistas acreditados, Don Punset abrió el debate: -Gumersinda, vivimos en una sociedad más compleja y, por lo tanto, también las aulas son más complejas. Pero a mí me parece que tu gran contribución es afirmar que tenemos que cambiar la formación de los profesores. ¿Cómo podríamos hacerlo? Dale-Jamón fue desgranando sus conclusiones ante un auditorio entregado, recordó que “los buenos profesores no analizan el contenido y se lo imponen al niño, sino que, al contrario, analizan al niño y lo atraen hacia el contenido para así ayudarlo” y continuó afirmando con vigor que “la educación debe construir un mundo compasivo y considerado. El trabajo en la clase, en la escuela, debe revertir en el individuo y de él en la sociedad”. Don Punset, que con el paso del tiempo veía aumentar su sabiduría a la vez que menguar su concentración, dejó explayarse a Gumersinda y fijó su atención en un portafolios que reposaba sobre la mesa. Lo abrió y extrajo el contrato que la cadena privada de televisión Tele 5 le había ofrecido para trasladar su programa “Redes” desde TVE 2 hasta la cadena amiga, mediante la fórmula de tertulia televisiva, dentro del programa “La Noria”. “Tele 5 aviva la guerra entre cadenas robando a la 2 a Don Punset con un supercontrato”, había publicado la prensa nacional. Las negociaciones, entabladas por su editor de cabecera, habían llegado a buen puerto tras largas deliberaciones a pesar de que pudieron fracasar cuando un directivo de la cadena tuvo la ocurrencia de proponer como contertulios a Pipi Estrada y a Yola Berrocal. “ Inteligencia Emocional Berrocal, como cabecera del programa -sostuvo -, crearía una especie de oxímoron de singular belleza poética y estoy seguro –añadió– de que sería una sugestiva manera de encadenar al televisor a una gran audiencia”. El editor de cabecera de Don Punset hizo caso omiso de esta boutade y continuó la negociación con representantes serios de la cadena, hasta alcanzar un acuerdo respecto a los contertulios del futuro programa. Los nombres de Ramoncín y de Pilar Rahola darían a la tertulia un tono menos mundano y ligeramente intelectual. Aunque Don Punset receló en un primer momento acerca de las repercusiones que sobre su imagen pública podría acarrear esta elección, vista las cifras mareantes del contrato, resolvió que la divulgación científica bien merecía algún sacrificio personal. Mientras tanto, Gumersinda Dale-Jamón había propiciado un largo y fructífero diálogo con los demás participantes y concluía diciendo que “Cambiar la formación de los profesores… es la gran reforma pendiente”, cuando un grupo de sujetos, identificados posteriormente como Nacho C., Antonio S. y Pablo L.G. interrumpieron su disertación protestando airadamente “por la intrusión de tantos impostores en el mundo de la enseñanza”, según manifestaron. Don Punset regresó de pronto de sus divagaciones y quedó estupefacto ante el espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos. Dale- Jamón, Davidsoc y Giliman defendían de forma considerada y compasiva la pertinencia de sus posiciones, mientras eran increpados y desautorizados por los activistas organizados que utilizaban cada intervención para apoyarse mutuamente y acorralar a los ponentes. Y fue un pequeño e intrascendente equívoco el que desencadenó los sucesos que fueron recogidos por todos los medios presentes y publicados al día siguiente. Se había referido el tal Antonio S., con el fin de apoyar su trasnochada defensa de la transmisión de conocimientos, al aoristo griego, cuando Don Punset tuvo un momento de vacilación y consultó al oído de su editor de cabecera: -Escolta’m, Joan. Això de l’Evaristo Griego es refereix a un cognom o a una nacionalitat? El editor de cabecera quiso pasar por alto la consulta del divulgador científico, pero una severa mirada de éste lo persuadió. Conectó su iPad y fue trasladando sus descubrimientos al oído del sabio: “San Evaristo era griego…; Evaristo, en griego, significa El Excelente…; Evaristo Carriego, poeta argentino fallecido en 1912…; Petros Márkaris, escritor griego, pero que tuvo la ocurrencia de nacer en Estambul… y, por último, Evaristo Jiménez, seudónimo de Eduardo Mariño, representante de la poesía venezolana y una de las voces firmes en las que la armonía, el caos y las memorias estructuran la imagen a través de un demiurgo”. Esto último terminó de desorientar a Don Punset, comenzó a provocarle una dolorosa jaqueca y lo sumió en una gran desazón. Conocía los síntomas. Estos estados emocionales provocaban en él una fuerte ansiedad; ésta lo conducía a la depresión y de allí a las fatídicas hemorroides, sólo había un paso. Notó cómo su sistema límbico se hacía cargo de la situación y cómo el hipocampo y la amígdala conectaban con la corteza cerebral, la materia blanca y el tronco encefálico. Trató de calmar su mente mediante la meditación Samatha, pero era demasiado tarde. Hubiera querido controlar de otro modo el trastorno sin tener que recurrir al prosaico Hemoal, pero no pudo conseguirlo. Entretanto, los agitadores proseguían con sus exabruptos. Ni siquiera el angustioso estado de Don Punset conseguía sacar a esa caterva de su propensión a la ordinariez y al mal gusto. Por fin, a un gesto del editor de cabecera, los miembros de la seguridad se aprestaron a reducir a los tres individuos y, pese al inútil forcejeo para tratar de zafarse de los vigilantes, fueron trasladados al exterior del Palacio de Congresos y puestos a disposición judicial. Don Punset fue trasladado en una camilla hasta la ambulancia. El público, puesto en pie, despidió al sabio con una gran ovación y éste saludó agitando un brazo, sin abandonar en ningún momento su beatífica expresión. El editor de cabecera tomó buena nota de lo sucedido. La próxima vez sería más cuidadoso en la organización del evento.

viernes, 4 de junio de 2010


Pedro M., maestro de Escuela

(Parafraseando el conocido eslogan, hoy quiero reivindicar que “La Primaria también existe”. No olvidemos que cualquier cambio real de nuestro disparatado Sistema Educativo exige una transformación radical de esta etapa. A veces tiene uno la sensación de que únicamente se certifica el naufragio en el momento en que los alumnos se incorporan a la Secundaria. Es un lugar común la identificación del desastre con la implantación de la ESO. Yo creo, por el contrario, que el drama comienza en la etapa Primaria y si me apuran, en la Educación Infantil. Doy fe de que el único discurso real en los colegios es el de la secta. Fuera de él no hay, hoy por hoy, alternativa. Las críticas que el malestar genera en los maestros no suelen salir del ámbito de lo privado. Este trabajito pretende dar alguna pista al respecto.)

Pedro M. miró descuidadamente su reloj. Era sábado; estaban a punto de dar las siete de la tarde. Sacó de su bolsillo el manojo de llaves del colegio y escogió las de la alarma y la puerta principal. Una vez abierta la puerta procedió a desconectar la alarma y respiró profundamente.

Ante sus ojos se elevaba hacia el cielo, en grácil vuelo, una bandada de palomas de la paz cosidas verticalmente a unos cordeles de colores, con los rebordes resaltados de azulón y una pequeña ramita de olivo en el pico. Sí, poco a poco iba calando entre los niños y las niñas la cultura de la paz propiciada por los programas del proyecto Escuela Espacio de Paz. Evocó la celebración reciente y aquella cadena humana que los niños y las niñas habían trenzado en el patio principal; y el ascenso al cielo de multitud de globos blancos preparados en el taller cooperativo.

Subió por las escaleras de la izquierda y se detuvo en la primera planta. En la balaustrada que asomaba al hall, una sinfonía de cartulinas de colores con forma de hojas de árbol difundía mensajes coeducativos que los niños y las niñas habían elaborado como colofón a las actividades del proyecto de Coeducación. “Todos y todas somos iguales” rezaba el primero, encabezando una colección de frases rotundas e ingeniosas. De las últimas hojas sólo se alcanzaba a ver algunos títulos: Marie Curie , Rosalind Franklin… Pedro M. asintió con una sonrisa imperceptible y continuó avanzando. Delante de la clase de 4º B, sobre un fondo de papel kraft azul, destacaban los trabajos del Taller Literario que la Seño Pepi había organizado con sus alumn@s. Este año habían apostado por Miguel Hernández. Así lo manifestaron en la reunión del Consejo Escolar: Buenas tardes a todos y a todas; en primer lugar, decir que este año vamos a poner en valor la poesía de… El ruido de una puerta que batía interrumpió sus pensamientos. Al ir a cerrarla reparó en los carteles solidarios que el alumnado había confeccionado para ayudar a los pobres de África en el marco del proyecto de Interculturalidad: “Los niños y las niñas del Colegio, por África” afirmaba un enorme letrero de colores.

Le gustaba recorrer a solas el Colegio, especialmente los días festivos. El silencio le permitía concentrarse en la supervisión de los trabajos que él había sugerido a través del Equipo Técnico de Coordinación Pedagógica. El Colegio era ya reconocido por la cantidad y calidad de sus proyectos y había sido elogiado y puesto como modelo desde la Delegación Provincial.

Abandonado a sus reflexiones, Pedro M. llegó al final del pasillo de la primera planta y se detuvo ante los trabajos que los niños y las niñas de 3º A habían confeccionado para el proyecto de Alimentación Saludable. Recortes de fotografías de revistas explicaban inequívocamente qué alimentos debíamos y cuáles no debíamos tomar. Recordó con orgullo la puesta en marcha de la semana de los alimentos naturales y el reparto gratuito de manzanas y mandarinas en la hora del recreo. Unos metros más allá resaltaban los trabajos del proyecto Aprende a Sonreír. Un premolar con aspecto humano se autocepillaba sonriente envuelto en una nube espumosa de dentífrico. Pedro M. recordó que los objetivos primordiales de la campaña por la salud bucodental se habían cumplido satisfactoriamente.

Había llegado al final del pasillo. Tomó esta vez las escaleras de la derecha y subió a la segunda planta. Nada más llegar reparó en un cartel agonizante y destartalado sobre el Día Universal de la Infancia y la Declaración de los derechos del niño (“ y de la niña”, había añadido con rotulador una mano amiga). Restauró como mejor pudo las grapas que aguantaban los jirones del mural. Los profesores y profesoras de 5º curso apenas se implicaban en los proyectos del Colegio o, sencillamente, no los tomaban en serio. El mural databa del año 2003, prueba irrefutable de su falta de colaboración. Un poco más adelante lucía en todo su esplendor el cartel en más de veinte idiomas que enmarcaba la puerta del aula de Interculturalidad. “WITAJCIE , TERVETULUA”, acertó a distinguir entre otros mensajes de bienvenida. Sonrió satisfecho, mientras recordaba la aprobación del Plan de Acogida, y bajó hasta su despacho de Director.

Sobre la mesa descansaba una carpeta con el Programa de regulación de Conflictos. El lunes lo pondría en marcha en 6º curso. Repasó el plan de las primeras sesiones:

Presentación / La empatía / Cooperación, ayuda mutua / Escucha activa / Autoestima / Asertividad / Final: mandala.

Lo tenía todo claro, dejó de nuevo la carpeta sobre la mesa y salió para adentrarse en la ciudad. Se hacía de noche.